7.12.2018
CosmoSalud

¿Cómo puedo saber si mi peso es el correcto?

saber si mi peso es el correcto

A nadie se le escapa que la obesidad es la nueva epidemia del siglo XXI en los países industrializados.

El aumento de peso es el síntoma más claro de que algo no va bien en nuestro organismo.

Cierto, el aumento de peso es quizás el síntoma más claro de que algo no va bien en nuestro organismo pero sin embargo, valorar los aumentos de peso dentro de rangos saludables es una tarea que el ciudadano de a pie no logra realizar con fiabilidad. Por ejemplo, una vez que hemos aumentado de peso, nos resulta muy difícil poder determinar cuándo se alcanzaría un peso saludable a la hora de perder peso.

Si estamos haciendo rutinas de pesas y nos estamos musculando, el aumento de peso que experimento ¿sería sano? Y si soy una persona delgada ¿cómo sé que mi peso es correcto y saludable? Muchas son las situaciones que se pueden dar y muchas son las dudas que se pueden despertar a la hora de emitir una valoración correcta y acertada sobre el peso corporal.

Lo primero que hay que saber es que podemos aumentar de peso en diversas circunstancias.

Por ejemplo, beber un litro de agua nos supone aumentar el peso en 1 kg, pero eso no es engordar. Engordar sería aumentar de peso por aumentar el contenido graso de nuestro organismo. Y esta sería la situación menos deseable.

Por la misma regla de 3, si haciendo pesas mi masa muscular aumenta, mi organismo también estará aumentando de peso, pero no engordando. En este sentido, las preguntas que surgen son ¿Cómo puedo valorar que mi aumento de peso es debido a un aumento en la masa grasa? ¿Cuánto aumento de grasa corporal me puedo permitir sin poner en riesgo mi salud? Para responder a estas preguntas lo primero es conocer las herramientas que nos permitan valorar estos incrementos de peso.

Lo más sencillo para el ciudadano de a pie es proceder al cálculo de su índice de masa corporal (IMC).

Este se calcula al dividir el peso expresado en kg por la altura elevada al cuadrado (altura2) expresada en metros. Por ejemplo, si un varón pesa 71 kg y su altura es de 1,70 m ¿Se podría decir que esta persona estaría gorda? Calculando su IMC, dividiríamos 71 entre 2,89 (este valor sale de multiplicar 1,70 x 1,70, es decir 1,702).

Esta sencilla operación daría un IMC de 24,6 ¿Cómo se interpreta este valor? Muy sencillo. Si el IMC de una persona adulta da un valor comprendido entre 20-25, según la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) se puede hablar de que el peso de esta persona entraría dentro de un rango saludable. Así nuestro ejemplo correspondería a una persona con un peso correcto, pero muy cercano a 25. Y esto es importante matizarlo, porque en cuanto pasemos la barrera del 25, entraríamos en un terreno peligroso que nos estaría advirtiendo de que las cosas se podrían poner feas.

Así, si el IMC nos da valores entre 25 y 27, estaríamos entrando en el terreno del sobrepeso. Valores de IMC entre 27 y 30 son considerados como sobrepeso y el sobrepeso es la antesala de la obesidad. En este momento, se puede actuar y podemos echar marcha atrás con alimentación saludable y ejercicio. Sin embargo, sobrepasar la frontera de un IMC de 30 nos sitúa en una situación muy peligrosa para la salud. Los IMC de 30 hacia arriba ya son considerados como obesidad, siendo un IMC de 40 una obesidad mórbida.

En estas circunstancias, el sujeto tiene todas las papeletas para tener una colección de patologías que le pueden situar en riesgo vital. La obesidad no es un problema estético, sino un problema de salud. Los individuos que padecen obsediad suelen ser hipertensos, tener alto el colesterol en sangre, padecer problemas cardiacos y desarrollar diabetes, sin mencionar los problemas articulares asociados al exceso de peso, el peligro del cáncer y los problemas psicológicos inherentes. En otras palabras, un IMC por encima de 30 es equivalente a una calidad de vida muy deficiente.

En este contexto, tenemos que matizar que el IMC sólo vale para personas adultas. En niños y en mujeres embarazadas no podemos aplicar este parámetro. En el mismo hilo argumental, una persona con un IMC por debajo de 18, sería una persona extremadamente delgada, es decir, también con un peso poco saludable. Las adolescentes que padecen anorexia nerviosa suelen rondar estos valores en su IMC y a nadie se le escapa que esto no es nada sano. Así que lo correcto sería no bajar de 20 en el IMC en el caso de la delgadez, aunque valores cercanos a 18 no se consideran totalmente patológicos.

Por tanto, tenemos una herramienta, el IMC, que con una sencilla operación me permite valorar si mi peso es correcto y sano. Sin embargo, si aplicamos el IMC a un deportista, podemos encontrarnos valores que, según las disciplinas deportivas, pueden rondar el sobrepeso o incluso la obesidad. Tal era el caso del jugador de baloncesto Michael Jordan, que cuando estaba en activo en la NBA tenía un IMC de 27,5. Nadie se atrevería a decir en su sano juicio, que Michael Jordan estaba obeso.

La respuesta a esta “incongruencia” es que al igual que ocurría con los niños y embarazadas, el IMC no se puede utilizar con los deportistas. Lo que ocurre en este segmento de la población, es que los aumentos de peso en el deporte son debidos a incrementos en la masa muscular, y no en la masa grasa. Por eso, con los deportistas deben de utilizarse técnicas complementarías que proporcionen información más fiable que el propio IMC.

Para ello, podemos utilizar artilugios muy sofisticados como el DEXA o la RMN, pero no vale la pena insistir en ello porque rara vez en los gimnasios encontraremos aparatos que emitan rayos X de baja frecuencia (DEXA) o que exploren nuestro interior con campos magnéticos (RMN). Existen técnicas más baratas, menos sofisticadas, pero igualmente fiables en manos de expertos. Son las técnicas de antropometría, que con instrumentación muy sencilla (plicómetros, cintas métricas, etc), permiten tener una idea bastante precisa de nuestra composición corporal.

Los profesionales que manejan estas técnicas llegan a calcular valores muy cercanos a los que proporcionaría el DEXA o la RMN. La antropometría divide al organismo en 4 compartimentos: masa ósea, masa residual (o visceral), masa muscular y masa grasa. Obviamente en deporte, lo que interesa son los valores de masa grasa y de masa muscular. Los deportistas buscan como objetivo tener unos niveles adecuados de masa muscular, controlando los niveles de masa grasa. Así un corredor de maratón varón, podrá tener valores de masa muscular rondando el 40% de su peso corporal, mientras que su masa grasa puede ser alrededor de un 6% (en un varón sano no deportista el porcentaje de la masa grasa suele ser de alrededor de un 10-12%).

si tu objetivo es perder peso por cuestiones de salud, el IMC será tu mejor indicador y si buscas mejorar tus prestaciones deportivas será la antropometría

Resumiendo, si tu objetivo es perder peso por cuestiones de salud, el IMC será tu mejor indicador. Si por otro lado, buscas mejorar tus prestaciones deportivas, la antropometría será la herramienta que te permitirá optimizar tu dieta y tu entrenamiento.

No obstante, la antropometría también puede ser útil en los casos de sobrepeso con la idea de completar la información que proporciona el IMC.

Lo mejor es siempre acudir a los profesionales de la Nutrición y de la Actividad Física para poder optimizar tus valores de IMC y de composición corporal. Estoy seguro que en tu centro deportivo encontrarás a alguno.

Enrique Roche

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